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Entonces Sarai dijo a Abram:

—Mi agravio recaiga sobre ti. Yo puse a mi sierva en tu seno; y ella, viéndose encinta, me mira con desprecio. El SEÑOR juzgue entre tú y yo.

Abram respondió a Sarai:

—He aquí, tu sierva está en tus manos. Haz con ella como te parezca bien.

Como Sarai la afligía, ella huyó de su presencia. Pero el ángel del SEÑOR la encontró en el desierto junto a un manantial de agua (el manantial que está en el camino de Shur),

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